Hay que saber elegir bien los materiales educativos que van a manejar y manipular los bebés, niños y niñas. Hay que evitar riesgos. No se puede fallar con esto: ¡mucho cuidado!
Prioridades claras
Es evidente que lo primero a tener en cuenta en la elección de un producto educativo son sus cualidades pedagógicas: que sea adecuado y eficaz para el aprendizaje que se quiere conseguir.
Pero a continuación hay que analizar otras cuestiones, alguna de ella críticas, por este orden:
- Seguridad
- Durabilidad
- Coste y otras
Seguridad
Los principales usuarios de productos educativos manipulativos están en la franja de edad de 0 a 5 años, seguidos de los de 6 a 8 años. A medida que los alumnos cumplen años, esos materiales van dejando paso a los libros y los medios audiovisuales, hasta desaparecer por completo en cursos superiores.
Pero precisamente en esas edades tempranas es en las que la seguridad es un aspecto más crítico, y hay más cosas a tener en cuenta para evitar accidentes y proteger a los niños y niñas.
Estas son las principales
- Se lo van a llevar a la boca. Es inevitable que lo hagan en la franja 0-5 años, y aún es bastante común en la de 6-8 años. Por lo tanto, los productos educativos tienen que estar hechos con un material atóxico, que no desprenda sustancias dañinas, y si va impreso, la misma precaución se debe aplicar a las tintas o pinturas utilizadas
- por la misma razón (se lo meterán en la boca), debe ser un material que no desprenda fragmentos, ya se trate de trozos, pelusas o partículas, pues el niño se los puede tragar
- y también por esa misma razón, se debe elegir un material impermeable, que no absorba humedad, puesto que esa humedad causa la proliferación de microorganismos (bacterias, hongos, etc). Lo que llevamos visto hasta ahora nos obliga a descartar cualquier material textil y cualquier papel o cartón que sea absorbente
- Sin bordes cortantes. Todos nos hemos cortado muchas veces con el borde de una simple hoja de papel robusto, a pesar de que sabemos que eso puede pasar y podemos tener precaución. Con mucha más razón tenemos que evitar que los niños, que no conocen este peligro, utilicen piezas de cartón forrado y troquelado, pues los bordes de la cara inferior son muy cortantes.
- Sin esquinas o ángulos vivos (salvo en materiales blandos y dúctiles). Un ángulo vivo en un material rígido, “pincha” y accidentalmente puede causar lesiones oculares graves, aparte de heridas de menor importancia en otras partes. Por esta razón, las piezas de material rígido, como el cartón compacto o la madera, debe llevar todos los cantos redondeados. Las esquinas vivas solo están permitidas en materiales muy flexibles o espumados, que se doblen al contacto con la piel.
- El material debe tener baja densidad, para evitar daños en caso de impacto, si por ejemplo un niño arroja una pieza de forma impulsiva, algo bastante usual a esas edades. Esto descarta cualquier metal y muchos tipos de madera.
- Finalmente, debe seleccionarse un material irrompible, o al menos que no se pueda fragmentar en trozos peligrosos, ya sea por ser cortantes o agudos, o tan pequeños que se puedan tragar.
Durabilidad
La resistencia del material empleado es un aspecto importante: no solo debemos pensar en que dure lo suficiente para que el primer usuario culmine su aprendizaje, sino intentar que pueda servir sucesivamente para muchos usuarios. Eso es economía y ecología. El usar y tirar es inmoral, por lo que, tratándose de Educación, tenemos doble razón para ser muy cuidadosos con esto y buscar la mayor reutilización posible.
Coste y otras
Después de lo dicho en el punto anterior, la cuestión del coste queda clara: no es el precio de compra lo que cuenta, sino el coste de utilización. Una pieza fungible se compra por poco dinero, pero su coste por uso es prohibitivo comparado con una pieza duradera y de alta calidad, que cuesta más al comprarla, pero al cabo de muchos usos resulta muy económica (para nuestro bolsillo y para el planeta Tierra).
Para el material de aula, que utilizan los alumnos en las clases de Educación Infantil y Primaria, lo que se trata es de que dure para varios cursos, cuantos más mejor. De esa forma la inversión inicial se convertirá en un pequeño coste por uso, y el producto será útil para la formación de muchas niñas y niños.
Y si queremos rizar el rizo y hacerlo perfecto para el medio ambiente y para nuestro país, elijamos un suministro de proximidad, con fabricantes nacionales, haciendo que nuestro dinero se quede en nuestro país y evitando la contaminación que produce el transporte a largas distancias.
Consideración final
En el apartado de seguridad hemos expuesto una serie de puntos a tener en cuenta para la protección y seguridad de los bebés, niños y niñas, todos ellos con razones objetivas e indiscutibles, que llevan a descartar unos materiales y elegir otros. Si tenemos en cuenta todas estas razones, hay un material que se destaca como el más apropiado para los productos de Educación Infantil y Primaria: el plástico flexible especial para uso infantil. Es el único que cumple todas las condiciones buscadas: es inerte, atóxico, no absorbe humedad ni cría microorganismos, sus bordes no son cortantes ni sus esquinas pinchan, no se fragmenta ni desprende partículas y es ligero e inofensivo en caso de impacto. Además, por si esto fuera poco, tiene una resistencia y duración que hacen que su coste por uso sea mínimo.
Por todas estas razones, debemos concluir que, al igual que ocurre en muchas aplicaciones médicas, para las aplicaciones educativas este plástico no solo es un buen material, sino que es el mejor material posible y por tanto, es a elección adecuada si nos basamos en razones científicas y económicas, sin dejarnos confundir por modas o por consignas generalistas.
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